Explorando el arte como refugio y ritual.
En un mundo que nos empuja a lo inmediato, hay manos que eligen la pausa. Manos que bordan, que tiñen telas, que cortan papel y lo reordenan en collages. Artistas que vuelven a lo manual invitándonos al arte pausado y emotivo. Por placer, por amor o como una forma de estar presentes en el mundo que no se mide en likes ni algoritmos. Hoy escribo este artículo para reflexionar sobre esto.
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Este tipo de arte es también una forma de meditación activa para lograr estar presentes en nuestro ahora. Muchas personas que bordan, pintan o hacen collage dicen que se trata de “una forma de pensar con las manos”. Y es que en cada puntada, en cada composición, hay una historia que se va revelando, sin prisa, como cuando una conversación se da sin mirar el reloj.
En este ámbito es habitual la mezcla de técnicas y materiales. Algunas técnicas más comunes son: el uso de telas previamente pintadas, teñir retazos de telas con tinturas naturales que luego se usan como base para collage, reciclar prendas como lienzos emocionales. Cada una de estas formas de expresión no solo son proyectos personales (donde el arte no solo expone) sino para habitar en ellas.
El auge del bordado, la tintura y el collage también ha generado espacios de encuentro: ferias de arte textil, talleres colaborativos, residencias artísticas donde se aprende en comunidad. Y, sobre todo, muchas personas han comenzado a abrir cuentas en redes sociales para compartir sus procesos, no solo el resultado. Esto crea una narrativa distinta, más humana, más cercana.
Tres mujeres referentes:
Aunque en esta época moderna el arte digital se ha posicionado como una tendencia, no podemos dejar de reconocer que un gran sector de artistas se niegan a apartarse del arte pausado, calmo y a esa sensación inigualable que deja el crear con nuestras manos.
Una de las grandes referentes del bordado contemporáneo es Gimena Romero, artista mexicana que ha llevado el bordado a escenarios expositivos y educativos en todo el mundo. Su técnica, su sensibilidad y su forma de contar historias con hilos la han convertido en un faro para quienes buscamos en el bordado algo más que decoración: un lenguaje, una filosofía cotidiana. Romero trabaja con hilos dorados, referencias ancestrales y un profundo respeto por la historia del bordado.
Otra voz que resuena fuerte es la de Loly Ghirardi, (conocida como Srta. Lylo) una bordadora y diseñadora gráfica argentina que vive en Barcelona desde hace muchos años. su trabajo está basado en la representación de lo cotidiano y en la nostalgia de un pasado cercano y cálido. Su trabajo combina bordado, ilustración y narrativa personal con una sensibilidad conmovedora. Narra con cada puntada una historia que atraviesa el tiempo. Su arte es una invitación a mirar despacio y sentir hondo.
En el ámbito textil, termino por hoy con Gabriela martinez ortiz, diseñadora y artista textil mexicana, creadora del proyecto Ofelia & Antelmo. Su trabajo fusiona el arte textil con la indumentaria artesanal, explorando el bordado a mano como medio de expresión gráfica y emocional. Su arte se inspira en la naturaleza, desarrollando patrones orgánicos y repetitivos que invitan a la contemplación. Además del textil, Gabriela aplica el bordado sobre diversas superficies como el papel, la cerámica y elementos naturales secos, ampliando así las posibilidades expresivas de su arte.
Cabe mencionar que plataformas como Domestika han sido clave en esta nueva ola de exploración textil y manual. Allí se encuentran cursos de artistas que enseñan a bordar emociones, a usar pigmentos naturales, a crear prendas de ropas o obras que se cuelgan en las paredes con orgullo.
Yo y el arte pausado
Personalmente, me conecté profundamente con este tipo de arte. El bordado y el collage, son para mí, más que técnicas: son una forma de meditación, de pausa necesaria, de desacelerar. Es una especie de diálogo silencioso con los hilos y los recortes de papel; en donde el tiempo pierde protagonismo y gana la introspección.
Amo el arte textil porque me permite expresar emociones que muchas veces no caben en palabras. Por eso siempre preferiré la ilustración tradicional, y aunque aprecio lo digital, no termino de sentirme parte de ese mundo veloz y lleno de filtros. Mi arte se construye despacio, con capas, con textura, con pausas. Es una forma de volver a mí.
Concluyendo:
Creo que el arte lento hecho a mano, no es solo una moda pasajera, es una necesidad. Es una forma de volver a nosotros mismos, al tiempo lento, al contacto real con los materiales y el acto mismo de la creación artística. Una forma de volver a sentir.
Y vos, ¿qué historia contás con tus manos?
Anexos:
Te comparto las series que más me gustan de los trabajos de las artistas mencionadas en este artículo:
Semilla, de Gimena Romero.
La bisabuela María de Loly Ghirardi. (Srta. Lylo)
Memorias Bordadas, de Gabriela Martínez ortiz
Gracias por leer.
Mar Jimenez F.
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